Tratando a la niñez como única, valorada y digna de respecto
Adaptado de: Guide for faith leaders for promoting playful and nurturing parenting
¿Por qué cada niño y niña, aún viniendo de los mismos padres son únicos? ¿Por qué eres único y única en este mundo? Mira tu dedo índice. Nota el diseño y el patrón en la huella de tu dedo. Eres la ÚNICA persona en el mundo que tiene ese diseño exacto en tu dedo. Tus hijos también tienen esta marca única que muestra que todos somos únicos. Nuestros hijos merecen nuestro respeto, pero quizás esto cause ruido; especialmente porque venimos de culturas donde los niños y niñas son vistos como propiedad de los adultos.
Sin embargo, debemos tratar a los niños y niñas como creados por Dios con una identidad y potencial únicos. Si miramos a Jesús como ejemplo de cómo vivir nuestras vidas, Él dice que los adultos necesitan aprender sobre la humildad de los niños. Sus encuentros con los niños siempre son amables, gentiles y respetuosos: "De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos", y "cualquiera que se humille como este niño, ese es el mayor en el reino de los cielos" (Mateo 18:3–4). Jesús también dijo: "De la boca de los niños y de los que maman preparaste la alabanza" (Mateo 21:16). Dijo esto a los líderes que no estaban alabando a Dios como deberían, mientras que los niños lo estaban haciendo.
Promovamos el respeto a los niños y niñas con palabras y acciones. Considera cómo Dios ha tejido a cada niño y niña en el vientre, incluidos tus hijos e hijas. ¿Qué significa esto respecto a cómo los tratamos? "Tú me formaste en el vientre de mi madre. Te alabo, porque soy una creación admirable" (Salmo 139:13–14). Esto nos da una responsabilidad como adultos de tratar a cada niño y niña como la expresión del amor de Dios y como creación admirable. ¿Te has detenido a pensar en esto cuando te relaciones con los niños y niñas que están bajo tu cuidado?
A veces se puede tratar a los niños y niñas como propiedad y no como personas, pero en 1 Corintios 12:21–31 podemos ver el contexto de cómo Dios ve a toda la iglesia compuesta por personas igualmente importantes, por lo que no debemos considerar a una persona como más y a otras como menos, especialmente a la niñez que forma parte de la iglesia.
Recordemos que los adultos no poseen a sus hijos, pero deberíamos actuar como administradores y modelos para ellos. Cuando queremos recordar respetar a nuestros hijos, podemos mirar nuestros dedos para recordar que son especiales y valiosos, con una identidad, potencial y propósito únicos en esta vida.
PRÁCTICAS Y COMPORTAMIENTOS CLAVE PARA CUIDAR Y RESPETAR A LOS NIÑOS Y NIÑAS QUE ESTÁN BAJO NUESTRO CUIDADO
Si quieres cambiar las prácticas donde solo los adultos son tomados en cuenta y respetados, te damos algunas pautas que puedes hacer para promover la dignidad y el valor con que han sido creados:
- Reconoce los dones y contribuciones de todos en la comunidad.
- Aprende el nombre de cada niño en tu vecindario y saludarlos por su nombre.
Cuando los niños se sienten conocidos y reconocidos, construyen confianza y un sentido de pertenencia.
- Siempre llama a tu hijo o hija por su nombre, evitando usar adjetivos despectivos o etiquetas.
- Elogia a los niños por lo que están haciendo en sus familias y comunidades.
- A los niños les encanta ser afirmados por lo que son y las cosas que están haciendo para ayudar (p. ej., jugar bien, ayudar, ser un amigo para alguien).
- Aprecia a tus hijos por quienes son y muestra cómo los respetas y valoras a través de tus palabras y acciones.
- Aumentar el sentido de autoestima, confianza e identidad de los niños y niñas desde una edad temprana. Esta acción lleva a comportamientos menos riesgosos más tarde en la vida, mejor rendimiento académico y relaciones estables de por vida.
- Si modelamos amor y fe a nuestros hijos e hijas, o quienes tenemos bajo nuestro cuidado, es más probable que vivan esos principios en sus propias vidas.
CONSECUENCIAS DE FALTAR AL RESPETO VS. RESPETAR A NUESTROS HIJOS
¿Qué pasa cuando decidimos seguir modelos de crianza y de cuidado que no fomentan ni el respeto ni la dignidad de cada niño y niña?
- Los niños que sufren abuso o son testigos de violencia tienen más probabilidades de sufrir consecuencias negativas más tarde en la vida, p. ej., embarazo temprano, autolesiones, encarcelamiento, matrimonios rotos, menores ingresos, comportamientos adictivos, ser permisivos con la violencia o ser violentos con otros.
- La relación del padre con su hijo puede dañarse. El niño o niña puede no confiar en su padre/cuidador o tenerle miedo. Esto tiene impactos a largo plazo en su propio sentido de sí mismo y su capacidad para conectarse y confiar en otros.
- El cuidador puede sentirse arrepentido, culpable y dolorido por el daño que causan a sus hijos.
- Tratar a los niños de manera justa y amable, como dones de Dios, y no como posesiones.
- Los niños tienen un propósito especial e identidad dados por Dios.
- Nuestro papel es cuidar a los niños y ayudarlos a ser todo lo que Dios quiere que sean.
- Pasa tiempo, amor y recursos igualitarios en niños y niñas, especialmente en aquellos con discapacidades.
- Favorecer a un niño sobre otro crea conflicto y humillación para un niño que se siente menos amado.
- Ayuda a tu hijo a desarrollarse; pasa tiempo jugando con tus hijos; muestra interés en ellos y quiénes son.
- Los niños quieren ser reconocidos y afirmados. Esta confianza les ayuda a explorar el mundo que los rodea, aprender y enfrentar desafíos, y tener éxito en la vida.
- Usa palabras amables para alentar y apoyar a tus hijos y a otros en la comunidad.
- Desde el nacimiento, anima y apoya a los niños a aprender y adquirir nuevas habilidades y comportamientos.
- Modelar un comportamiento respetuoso es la forma más poderosa de mostrar a los niños cómo se ve la fe en acción. Los niños y niñas aprenden comportamientos cuando los ven en acción, pero no cuando solo se les enseña a hacerlo.
- Escucha atentamente a tus hijos y muestra interés o emoción por las cosas que les importan.
- Los niños saben si te importan por lo emocionado e interesado que estás en las cosas que aman.